
Los seres humanos, individualmente, nos desarrollamos, crecemos, atravesamos crisis, cambios constantes, todo el tiempo dejamos de ser lo que fuimos pero conservamos nuestra esencia, la fibra más íntima que nos permite autodenominarnos como “yo”… Nacemos y renacemos una y otra vez pero preservando la “mismidad”, el “ser uno mismo” pese a todo, pese al tiempo, a las pérdidas, a que cambien nuestros sueños, nuestros objetivos, intereses e incluso nuestros miedos.